24 marzo, 2014

Julio Verne y su pluma atemporal

  
Retrato de Julio Verne. Foto: Wikipedia.org
Un lunes como hoy (24 de marzo), aunque no fue lunes, murió Jules Gabriel Verne en Amiens, Francia.
  Fue un viernes de 1905 cuando nos dejó uno de los principales genios de la literatura universal. Un adelantado a su tiempo. Uno de los mejores escritores de ciencia-ficción y de aventuras, sino el mejor. Y digo ciencia-ficción porque cuando escribió De la Tierra a la Luna (1865), por ejemplo, el hombre todavía ni soñaba con llegar a ella.

    Nació en Nantes y era el mayor de cinco hermanos. De familia acomodada, recibió buena educación y fue un buen estudiante. De pequeño sus inquietudes giraban entorno a la poesía y la ciencia y se dice que estaba enamorado de su prima. En 1847 empezó a estudiar derecho en París. Pero su verdadera pasión era la escritura y el conocimiento, por lo que pasaba mucho tiempo leyendo y su padre, al dejar de lado la abogacía, dejó de mandarle dinero.
 


Conocimiento, imaginación y visión

    Sus novelas, donde describía con gran rigor científico cada suceso, ponen de manifiesto su conocimiento en numerosos campos, como la aeronáutica o la geografía. En De la Tierra a la Luna prácticamente acierta el lugar donde más de cien años más tarde el Apolo XI partiría en su viaje a la Luna. Para los curiosos existen infinidad de datos increíbles y, de esta forma, muchos sitúan a Verne como un auténtico visionario. Inventos como el submarino eléctrico (Veinte mil leguas de viaje submarino, 1869) donde el capitán Nemo ya usaba el Nautilus, un artilugio similar al submarino Peral que se construiría años más tarde en España. O los módulos lunares, o los amerizajes de dichos módulos, o el helicóptero, o internet, o el motor de explosión, o las armas eléctricas, o las descripciones de la ciudad de París...

Una figura fascinante

    En mi opinión, Verne disponía de muchos conocimientos y estaba muy al tanto de los nuevos descubrimientos científicos, lo que le suponía una ventaja a la hora de anticipar nuevos avances. Sin embargo, otros son puramente aciertos increíbles. Cada cuál que quiera, que busque datos y saque sus propias conclusiones. Yo ciertamente noto que he leído poco sobre él, y que me faltará tiempo para hacerlo, por desgracia, porque la esencia de sus novelas de ciencia y aventuras se me antoja apasionante.

    Sus novelas más conocidas, junto a las citadas anteriormente, probablemente sean: La vuelta al mundo en 80 días (1873), Viaje al centro de la Tierra (1864), Cinco semanas en globo (1863) o La isla misteriosa (1874). 

Estatua de Julio Verne en Vigo. Foto Wikipedia.org
 

    Y para terminar, una cita de Verne, una manera de describir nuestro conocimiento y, sobretodo, nuestro desconocimiento: Qué gran libro se podría escribir con lo que se sabe. ¡Otro mucho mayor se escribiría con lo que no se sabe! Lo que sí sabemos es que Julio Verne sabía, y mucho, para el tiempo que le tocó vivir.

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